Plaza Mayor
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Titular Voy a pasármelo bien Plaza Mayor
Plaza Mayor
Texto Voy a pasármelo bien - Plaza Mayor
La Plaza Mayor de Valladolid es escenario de una multitudinaria coreografía al ritmo de Voy a pasármelo bien y una de las imágenes que serán más recordadas de la película: la del joven David subido a una farola con el rojo almagro tan característico de esta plaza como telón de fondo. Los jóvenes actores que dan vida a los protagonistas durante su juventud, acompañados por un buen número de danzarines, interpretan su baile también en calles aledañas y la vecina plaza de la Fuente Dorada, un entorno en el que los soportales, con robustas columnas de piedra, siguen la estética de la plaza central de la ciudad.
El tema que da nombre a la película desembarca, así, en la plaza que aparece en el cartel oficial del filme. Publicada en 1989, año en el que David y Layla se conocen, la canción ha sido un himno para los jóvenes de la época y para generaciones posteriores que le sonríen con desenfado a la vida al grito de esta noche algo me dice que voy a pasármelo bien.
La canción suena en varios escenarios del filme. Es la coreografía que más espacios de nuestra ciudad lleva a la gran pantalla: además de la Plaza Mayor aparecen la plaza del Viejo Coso, donde viven los protagonistas de niños, la calle Platerías y la vecina plaza de la Fuente Dorada, donde David conoce a Layla.
Epicentro de la vida social de la ciudad, la Plaza Mayor de Valladolid es la primera de planta regular que se construyó en España, cerrada y con soportales; modelo que se repitió en ciudades como Madrid o Salamanca. Ese aspecto, que se conserva con bastante acierto en la actualidad, es resultado de la reconstrucción del centro de la villa impulsada por Felipe II después del dramático incendio que lo arrasó en 1561. El monarca, nacido en la ciudad, plasmó en el proyecto las ideas de regularidad y orden del Renacimiento que ya imperaban en otros países europeos. Estos dictámenes son también notables en otro de los escenarios de la película, la vecina calle Platerías.
El característico color rojo almagre del pavimento y los edificios imita el tono del ladrillo visto que se empleó en la reconstrucción del siglo XVI. Este color marca, además, las tres alturas originales de las viviendas. Otro legado de aquella época son los huecos que pueden verse en algunos techos de los soportales, usados como mirillas por los maestros gremiales que vivían sobre sus talleres.
Aquí se encontraba el poderoso convento de San Francisco, hoy desaparecido y recordado por una placa en el pavimento, donde murió Cristóbal Colón y fue enterrado el héroe irlandés Red Hugh O’Donnell.
Todos estos guiños al siglo XVI contrastan con la Casa Consistorial, de 1908, considerada uno de los mejores ejemplos en España de la influencia de la parisina École des Beaux-Arts.
Hoy en día es lugar de encuentro social y sede de incontables eventos culturales: el Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle en mayo, la Feria del Libro de Valladolid en junio, la programación de Navidad, la Semana Santa, las fiestas de la Virgen de San Lorenzo en septiembre.
En esta plaza desemboca una de las arterias comerciales de la ciudad, la calle de Santiago. Recorre esta vía amplia y peatonal, salpicada por las tiendas más novedosas, comercios de toda la vida y cafeterías. Levanta la vista y descubre el encanto de sus edificios, buena parte de ellos de principios del siglo XX y ejemplos del modernismo en nuestra ciudad. La calle conecta la Plaza Mayor con el ensanche burgués de la ciudad, donde podrás ver construcciones eclécticas -la Casa Mantilla, la Casa Resines y la Casa del Príncipe son los mejores ejemplos de ello-, la imponente Academia de Caballería y el romántico Campo Grande -hogar de pavos reales que deambulan en libertad por el jardín-.