La Semana Santa de Valladolid fue la primera en ostentar el título de Fiesta de Interés Turístico Internacional, distinción que reconoce, entre otras virtudes, la calidad artística y el valor histórico de sus tallas, algunas realizadas por los más grandes maestros imagineros de los siglos XV y XVI, como Gregorio Fernández o Juan de Juni, y por los más recordados escultores en madera del siglo XVIII, como Pedro de Ávila. Custodiadas durante el resto del año en museos, iglesias y conventos, esta es una ocasión única para disfrutar de estas esculturas tal y como se concibieron. La semana de Pasión convierte así las calles y plazas de Valladolid en un museo de arte sacro, arropado por el ambiente de sobriedad y silencio que caracteriza esta fiesta.

La tradición de los desfiles procesionales vallisoletanos, rehabilitados por el arzobispo Gandásegui a partir de 1920, se remonta a los siglos XV y XVI, época de la que datan las cofradías penitenciales históricas de la Santa Vera Cruz, de la Orden Franciscana Seglar, de la Sagrada Pasión de Cristo, de Nuestra Señora de las Angustias, de Nuestra Señora de la Piedad y de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Todas ellas continúan activas.

En la actualidad son miles los cofrades que integran las veinte cofradías vallisoletanas de tradición penitente, asistencial o gremial. Algunos de los más destacados de la Semana Santa de Valladolid son la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor, la procesión del Encuentro de la Santísima Virgen con su hijo y el de la Plaza Mayor , que recuerda a los autos de fe del siglo XVI.