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Valladolid vuelve a dar la hora con flores

7 julio, 2015
Reloj-floral-Valladolid-1966

Dibujo del reloj floral aprobado en 1966

Hace casi medio siglo El Norte de Castilla plasmaba en su crónica municipal una rotunda opinión: “El reloj floral ha de ser uno de los conjuntos más interesantes de este paraje”. El paraje al que se refiere el decano de la prensa vallisoletana, el entorno del Campo Grande. El protagonista, una instalación que combinaba un mosaico de pétalos y tallos con un mecanismo de relojería. El año, 1966.

Cuarenta y nueve años después y más de dos décadas desde su desmantelamiento, el céntrico paraje vuelve a dar la hora. El proyecto final poco tiene que ver con el aprobado por el Consistorio de Martín Santos Romero en febrero de 1966, más allá de la idea, que se recupera, y la zona de Valladolid que le da cabida –aunque la ubicación actual no coincide de forma exacta con la original-.

Lo que hoy es el Paseo Central del Campo Grande, colindante con la calle Acera de Recoletos, fue la ubicación del primer reloj floral de Valladolid.

En el escrito que aprueba la ejecución de la obra se urgía a “embellecer la zona del derribo del auditorio del Campo Grande” de cara a la celebración de la Semana Santa, que ese año comenzaba el 23 de febrero, Miércoles de Ceniza. El ornamento pudo haber sido una fuente luminosa –descartada por su elevado coste- o una columna con termómetro, barómetro, calendario y reloj. Se optó, sin embargo, por la instalación de un reloj floral, acorde con una moda europeísta como declara el propio escrito, que lo considera una opción “de gran aceptación en las principales capitales europeas”.

Comparación del reloj floral en 1966 y el actual

Comparación del reloj floral en 1966 y el actual

El reloj coronaba una zona ajardinada de forma circular de más de cien metros cuadrados. Sus cinco metros de diámetro eran el continente de una gran aguja minutero, con 1,75 metros de longitud. Todo el conjunto estaba enmarcado por el gris de las santolinas en contraste con el verde del “puchello” y el rojo oscuro de las begoñas.
La remodelación de la zona, en los años ochenta del pasado siglo XX, puso fin al tic tac de sus agujas.

Pocos metros separan al actual reloj floral del emplazamiento de su antecesor. Similares pero sustancialmente diferentes, este guiño a los años sesenta no resulta extemporáneo gracias a un lavado de cara en su estética y a la incorporación de tecnología puntera.

Boceto del nuevo reloj floral

Boceto del nuevo reloj floral

La esfera dejó en el vestidor los tonos apagados y ahora se engalana con los vivos colores de las plantas de temporada y cuatro mosaicos que representan motivos de Valladolid. En la zona superior, la Casa Consistorial y una letra eñe –en referencia a la fama del buen español que se habla en la ciudad-, y un viñedo y tres copas de vino – para recordar a los paseantes que Valladolid es capital de una tierra en la que confluyen cinco Denominaciones de Origen vitivinícolas-. En la inferior, tradición y modernidad: la Semana Santa y la iglesia de Santa María de la Antigua en una de las esferas, y el avance representado por el Museo de la Ciencia de Valladolid, la Cúpula del Milenio y el coche eléctrico.

También es considerable el aumento en el tamaño del reloj, tanto en la esfera, que pasa de cinco a ocho metros de diámetro; como en las agujas, que ahora miden 2,76 y 3,48 metros, con un peso, cada una, de unos cuarenta kilogramos.

El medio siglo que separa ambos proyectos se hace notar, sobre todo, en la tecnología incorporada. El que otrora fuese un mecanismo de relojería a secas cuenta ahora con una antena vía satélite que permitirá marcar la hora de forma totalmente exacta. El conjunto incluye también una placa con un código bidi que ofrece información sobre ambos relojes florales y sus agujas están lacadas con el tratamiento que reciben las aspas de los aerogeneradores.

Ciudades como Ginebra (Suiza), Kiev (Ucrania), Neuchâtel a Le Locle (Francia), Lineo (Suecia), o Timisoara (Rumania) encarnan una moda europea con la que Valladolid se reencuentra después de medio siglo, haciendo gala de su pasado y, sin embargo, lejos de resultar un anacronismo.

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4 Comentarios

  • Reply Enma Cala 20 febrero, 2016 at 18:37

    La verdad es que es una manera de dar la hora muy bonita y ecológica, el único pero es el coste económico de mantener las flores en perfecto estado, pero por otro lado como he dicho es precioso.

    • Reply administrador 22 febrero, 2016 at 09:11

      ¡Gracias por tu comentario!

  • Reply Maria Sanz 6 septiembre, 2016 at 08:50

    Es precioso ese reloj de flores. Una idea magnífica, una pena que no lo pude ver. Las flores alegran la vida.

    • Reply administrador 9 septiembre, 2016 at 08:08

      Ahora podemos disfrutar del toque de color que pone este nuevo reloj. Nos tendremos que conformar con las fotografías para ver cómo era el anterior. ¡Muchas gracias por tu comentario!

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