El poeta José Zorrilla, creador del inmortal ‘Don Juan Tenorio’, nació en lo que hoy es la casa-museo dedicada a su figura, en Valladolid, el 21 de febrero de 1817. En esta casa pasó su infancia y aquí tuvieron lugar episodios sobrenaturales que el poeta rememora en Recuerdos del tiempo viejo.
Es de sobra conocida la afición de Zorrilla al mundo esotérico y sus confesas visiones de espíritus y fantasmas. Una de las apariciones más entrañables para el poeta y más conocidas por los vecinos es la de la abuela Nicolasa.
José Zorrilla tenía seis o siete años cuando conoció a su abuela Nicolasa. Un encuentro que, sin embargo, no ocurrió como cabría pensar.
Vivía el poeta con sus padres en esta casa. Por aquel entonces, la calle Fray Luis de Granada era conocida como calle de la Ceniza.
En el piso superior había un aposento junto a la escalera. Tenía una cama y un sillón, pero José jamás vio que alguien lo ocupara. Es más, apenas se abría para ventilar la estancia o retirar el polvo, y cada noche se cerraba con llave. Como si hubiera algo que esconder.
Una tarde, recuerda José Zorrilla, su padre dormía la siesta y su madre se encontraba arreglando trastos. El niño jugaba con un caballito de cartón cerca de dicha habitación. Cuando levantó la mirada, vio la puerta entornada y una turbia y neblinosa penumbra en el aposento.
Así recuerda el propio José Zorrilla lo que halló cuando se atrevió a cruzar la puerta:
Una señora de cabello empolvado, encajes en los puños y ancha falda de seda verde, a quien yo no había visto nunca, ocupaba el sillón, y con afable pero melancólica sonrisa me hacía señas con la mano para que me acercase a ella. Como ni yo era un chico hosco, huraño, ni mal criado, ni aquella señora tenía nada de medroso, ni amenazador, me acerqué a ella sin miedo ni desconfianza, y puse mi mano derecha entre las dos suyas.
Me pasó la mano por mi suelta cabellera, que mi madre tenía gusto en dejarme larga y en mantenérmela rizada. Me dijo con una voz que no sabré explicar dónde me resonaba, si en el corazón, en el cerebro o en el oído: «Yo soy tu abuelita; quiéreme mucho, hijo mió, y Dios te iluminará.
Estoy seguro de haber sentido el contacto de sus manos en las mías y en mis cabellos, y recuerdo perfectamente que sus palabras me dieron al corazón alegría.”
Recuerdos del tiempo. José Zorrilla
Recuerda el poeta que corrió al comedor y, feliz de aquel suceso, le contó a su madre que había visto a su abuela. Creyendo la madre que su hijo se refería a su abuela materna y que esta se había presentado de visita sin avisar, corrió a la antesala. Al no ver a nadie, preguntó al pequeño José, quien le señaló el misterioso cuarto. Su madre no pudo menos que reírse. ¡Qué ocurrencia la del niño! ¡Ver a su abuela Jerónima en la antesala! José, muy serio, corrigió sus palabras: no era la abuela Jerónima, sino otra mujer, vestida de verde.
El padre, que había escuchado la conversación, frunció el ceño, miró fijamente a su hijo y echó la llave a la habitación que jamás volvió a abrirse.
Así razona José Zorrilla sobre lo ocurrido:
Todo lo dicho entra naturalmente en el tratado de las alucinaciones: fue una del cerebro o de la retina: cualquier hombre medianamente educado, que para esto no se necesita ser un sabio, lo explicaría de esta manera, y no tiene otra explicación aceptable. Yo insisto, sin embargo, en que el alma de los niños, mal desprendida aún de la región de los espíritus en donde Dios la crea y de donde la saca para envolverla en el barro corporal, tiene tal vez alguna afinidad con los espíritus entre quienes ha sido creada, y puede ver y oír lo que sus sentidos no pueden percibir en el posterior desarrollo vital de la materia corpórea.
Recuerdos del tiempo viejo. José Zorrilla
Diez años más tarde, el joven José Zorrilla terminaba sus primeros estudios en el Seminario de Nobles. En una visita a la casa vieja de su padre, en Torquemada, descubrió un montón de cachivaches olvidados bajo el polvo y las telarañas. Entre lienzos y viejos informes, apareció un retrato sin mota de polvo alguna.
José lo miró estupefacto y llamó a su padre. “Es el retrato de mi abuela”, sentenció el joven poeta, a lo que el padre, extrañado, replicó que no podía reconocerla pues jamás la había visto.
“—¿No se acuerda usted—le contesté yo—de que siendo muy niño vi una señora en el aposento cerrado de la antesala de nuestra casa de la calle de la Ceniza, en Valladolid? Esta misma era. Tengo su imagen en las pupilas”
Recuerdos del tiempo viejo. José Zorrilla.
Por toda respuesta su padre volvió la cara para ocuparse en sus pergaminos, quizá para ocultar la aterrada expresión de su semblante.
El fantasma de la abuela paterna de José Zorrilla, la abuela Nicolasa, continúa velando por su nieto en la que fue casa natal de este. ¿No lo creen? Atentos a lo que ocurrió en un tiempo no tan lejano.
En 2007, cuando el edificio ya era la casa-museo de José Zorrilla, se decidió dejar el cuarto que protagoniza esta historia fuera del circuito visitable. Cuando se desvistió y se cerró el aposento, comenzaron a tener lugar sucesos que aterraban a los trabajadores: luces que se apagaban y encendían sin explicación, cajones que se abrían solos, aparatos que arrancaban sin que nadie pulsara el interruptor… ¿Podría ser el espíritu de Nicolasa, iracundo al ver su habitación desvestida y clausurada? Por si las moscas, se decidió volver a disponer los enseres y abrir el cuarto al público, que, a día de hoy, puede visitar esta habitación.
¿Siguen sin creer esta historia? ¿Acaso dudan de la palabra de Zorrilla? Pues lean cómo razona sobre este suceso…
Si no hubiera yo visto a la señora del aposento cuando niño, ¿hubiera podido reconocerla por su retrato diez años después? La alucinación y la persuasión influyeron indisputablemente en el carácter fantástico de mis obras. Yo tengo en la mía muchas historias de alucinaciones, y muchos tropiezos con muertos y aparecidos.
Recuerdos del tiempo viejo. José Zorrilla.
5 Comentarios
Gran artículo, my interesante!
En ese cuarto yo sentí algo, pero no era aterrador. Y hacia frío. Siendo casi verano.
Hola! ¿Viste algo Gema?
Una gran historia, que pocos conocíamos de nuestro escritor más ilustre.
Muy interesante, gracias por la informacion!!!